No sé si alguna vez habéis visto la seria “El ministerio del
tiempo” pero me gustó el capitulo en el que Cervantes pudo comprobar cómo El
Quijote se había convertido en un referente literario y traducido a todos los idioma posibles para
facilitar su lectura. Solo había que ver la cara de Pere Ponce, actor que interpretó
a D. Miguel, para imaginarnos como debe sentirse alguien cuando descubre siglos
después cómo su obra sigue manteniéndote vivo de alguna manera.
Y viendo esto me dio por pensar en la cara que pondría Clara
Zetkin, mujer que propuso la celebración del día de la mujer, si hoy despertara
y viera algunas de las reivindicaciones que se realizan en nombre de la
igualdad. Lo de la paridad de los semáforos lo podríamos dejar para el final si
queremos que la buena señora nos dure resucitada al menos 10 minutos, y si ya
hablamos de lo de desnudarse o sacar en procesión los genitales femeninos…
A lo largo de los años se han promovido avances importantes,
aunque no definitivos. No vivimos en la
panacea de la igualdad, ni hay que echar demasiado la vista atrás para recordar
que mi propia madre no tenía derecho a tener una cuenta bancaria propia.
Igualmente, hoy por hoy, hechos tan normalizados como ser madre, siguen siendo
temas que más de una decide retrasar por el tema laboral.
Cada día, a través de mi trabajo compruebo cómo la pobreza
sigue teniendo en la mayoría de las ocasiones nombre de mujer. Viendo las
noticias encuentro que por no ser hombre hay quien debe andar un paso por
detrás. Cómo los esfuerzos por la educación, la sanidad y el reconocimiento
laboral son aún más privilegios que derechos asumidos en muchas partes de este
mundo nuestro.
Pero también veo que son muchas las que no se conforman ni
se resignan a la “mala suerte”. Quienes pagan con su propia vida los avances
para otras, quienes siembran sabiendo que serán otros los que recojan. Y
escribo otros porque esto de la igualdad no debe ser cosa de género. La
igualdad pasa por el reconocimiento de la diferencia que enriquece, por asumir
que las capacidades y habilidades no vienen con el pan que, bajo el brazo dicen
algunos que vienen los niños, sino que se van conquistando a lo largo de la
vida.
Y todas estas acciones requieren de la publicidad que la
mayoría de las veces no se posee; que
esto quizás no lo cambia todo, pero al menos enciende una luz para que
no sigamos a oscuras en la ignorancia.
A mí eso de que me feliciten por ser mujer… pues tampoco es
que yo me haya esforzado mucho en ello, ni creo que sea un mérito eso de tener
un cromosoma distinto al de los hombres. Yo aprendí de un hombre, mi padre, a luchar
por lo que quiero, a no conformarme con menos de lo que merezco, a tomar
conciencia que lo que uno avanza no se convierte en un triunfo si no se hace
acompañado. Y es por ello que me gusta este fragmento de un texto que ha
compartido Miguel Ángel Mesa: Felices las
mujeres que tienen a su lado hombres que luchan con ellas contra el machismo,
por la igualdad de derechos, que sienten y lloran ante sus sufrimientos y se
alegran y festejan sus victorias con las sonrisas que iluminan su horizonte
común, compartido.
Porque esto no es una guerra de
unas contra otros, sino una conquista de todos, de una ternura humana, que
moviéndose entre el cielo y la tierra, transformará el mundo.
Palmira Blanco
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